Soy una experta en protagonizar escenas surrealistas, pero tras pensar un rato me he decidido por lo que considero uno de los mejores días de mi vida.
2008, mi primer viaje a Londres.
Quiero aclarar que fue mi primer muchas cosas. En vez de irnos con el instituto al viaje de fin de curso, mis amigas y yo decidimos guardar todo el dinero e invertirlo en un viaje por nuestra cuenta. Así que con 18 años nos agarramos un avión y nos plantamos en Londres. Era la primera que vez viajábamos solas, sin adultos responsables que nos cuidaran, era la primera vez que íbamos más allá de Andorra y la primera vez que íbamos a Inglaterra (donde no se habla español precisamente).
Yo soñaba con un viaje a Londres desde que era una enana, y sólo podíamos permitirnos 8 días, así que preparé un elaborado itinerario que teníamos que seguir para ver todo lo posible y aprovecharlos al máximo. El itinerario nos marcaba lo que teníamos que ver priorizando ciertas visitas pero no tenía dias ni horas asignados, así que lo íbamos montando a medida que hacíamos cosas, por proximidad, temperaturas o cualquier otra variante.
El segundo día, fuimos en plan kamikazes totales y vimos la torre de Londres (por dentro), un par de museos y Covent Garden, así que cuando llegó la noche estábamos levemente reventadas, pero aún así decidimos que sería una buena idea ir hasta el London Eye para hacer fotos nocturnas de las Landmarks más famosas.
Aquí me toca hacer un montón de incisos sin los que no se entienden mis decisiones de vida:
1er inciso: en Lérida, donde vivimos, hay un río que atraviesa la ciudad, de forma recta, así que yo estoy acostumbrada a que una vez estás junto al río se vea prácticamente toda la ciudad que se ve atravesada por éste.
2do inciso: Para celebrar el cambio de milenio, en Londres se construyeron dos cosas, el London Eye y el Puente del Milenio. Al saber que ambas cosas se construyeron para conmemorar lo mismo, mi cerebro decidió que se habían construido una cosa al lado de la otra.
3er inciso: En Londres hay dos museos llamados TATE, el TATE Modern y el TATE Britain, el primero contiene arte moderno y abstracto y está en una antigua fábrica pintada de negro cerca del Támesis, el segundo está en mitad de la ciudad y contiene pinturas de autores ingleses.
Siempre guiaba yo, y al salir del hotel recordé que el Puente del Milenio estaba justo delante del TATE Modern, así que nos subimos al metro y nos dirigimos hacia la parada más cercana al TATE.
El primer problema fue que me confundí y nos dirigimos al TATE Britain en vez de al TATE Modern (creo que ha llegado el momento de adjuntar un mapa algo chapucero que os sirva de guía).
Como véis no están si quiera cerca, así que al bajar del metro y ver que había un letrero que ponía "TATE Britain -->" Grité. NOOOOHHHH y les dije a las chicas que me había confundido de museo, así que sin si quiera salir de las estación de metro, nos montamos en otro que nos llevaría a la parada de la catedral de St. Paul, que estaba al otro lado del puente. (Cabe destacar que probablemente si hubieramos subido a la superficie, sí hubieramos visto el el London Eye desde ahí, pero no subimos, porque en seguida me di cuenta de mi error).
Durante el segundo trayecto en metro estuvimos leyendo un periódico de estos gratuitos de las grandes ciudades, había un artículo de un señor que pretendía derruir St. Paul y nos reímos de él diciendo, bueno, al menos para entonces la habermos visto ya.
Nos bajamos en la parada de St. Paul y cuando salimos allí no había ni London Eye ni Puente del Milenio, por no haber, no había ni St. Paul. Muy confundidas empezamos a tomar callejuelas sin llegar a saber muy bien dónde estábamos, como era un martes y eran las nueve de la noche, en esa zona, que parecía una zona de oficinas no había absolutamente nadie, era una ciudad completamente muerta. Como había cierta inclinación en las calles decidí tirar para abajo dando por hecho que así llegaríamos alguna vez al río y desde ahí nos orientaríamos mejor, y funcionó, llegamos al río, a un puente cutre cutre cutre, que no se parecía en nada a lo que yo recordaba de las fotos del puente del milenio, sin embargo lo que más desconcertadas nos tenía era la ausencia del London Eye, porque por ahí, no estaba...
Cruzamos el puente y seguimos caminando hasta el puente más cercano, ahí sí encontramos la TATE Modern, pero no encontramos el London Eye por ningún lado. Dimos por hecho que el puentecito de delante sería el dichoso Puente del Milenio, pero el London Eye había desaparecido.
Eso sí, ahora por lo menos habíamos encontrado St. Paul, y seguía intacta. Yo estaba convencida que el London Eye estaba en el mismo lado del río que la TATE MODERN así que seguimos caminando en su búsqueda. (La verdad es que tenía razón pero la curva del río nos impedía verlo y a falta de ninguna landmark que nos guiara tiramos hacia el otro lado).
Al seguir caminando nos encontramos con el Shakespeare's Globe, era precioso. Como caminábamos por el margen del río decidimos subir a la calle principal y mientras íbamos subiendo la música de un saxofón nos acompañaba, nos seguía allá donde fuéramos tocando jazz en vivo, el problema es que llevaba diez minutos siguiéndonos y no habíamos visto en ningún momento a quién la tocaba, lo cual empezaba a ser inquietante.
Al llegar a la calle del Shakespeare's Globe aparecieron de repente unos cincuenta niños corriendo como alma que lleva el diablo que nos adelantaron y desaparecieron de nuestra vista. Lo más confuso de todo no era que el saxofón siguiera allí y no se hubiera visto afectado por la jauría de niños (que era a las primeras personas vivas que veíamos desde que habíamos bajado del metro) sino que los niños iban sin ningún adulto, corriendo de noche por las calles de Londres.
A estas alturas mis amigas se estaban acordando de todos mis muertos y ya habían aceptado que estábamos completamente perdidas, así que cada dos minutos me preguntaban dónde estábamos y yo no tenía ni idea.
Decidimos que estábamos demasiado cansadas para seguir caminando, y que teníamos que cruzar al otro lado del río para llegar a alguna parada de metro, así que lo hicimos en el primer puente que vimos y por fin empezamos a oír ruidos de gente, después música, la seguíamos ansiosas esperando llegar a algún lugar civilizado sin niños ni saxofones fantasmas, cuando aparecimos en una plaza de suelo empedrado con mujeres vestidas con el traje tradicional holandés bailando en círculos antiguos bailes tradicionales.
Todavía recuerdo a Moichita diciendo "Esto SÍ que es perderse".
Seguimos caminando y cuando vimos a un grupo de gente jóven algo perjudicados, decidimos que probablemente se dirigían a la parada de metro más cercana y nos pusimos a seguirlos. Nos metieron por un túnel donde los adoquines se iluminaban de colores a medida que caminabas por ellos y depués nos metieron por el museo de la cárcel.
Empezábamos a perder la esperanza cuando por fin vimos la señal de metro, nos giramos y nos encontramos de morros la Torre de Londres, dónde habíamos estado esa mañana...
Cuando llegamos al hotel estábamos muertas de risa, habíamos conseguido perder el London Eye, con dos narices. Al llegar a casa y mirar el mapa todo tuvo sentido y entendí que lo de que las cosas se hagan para conmemorar algo, no implica que se hagan juntas y que no todos los ríos son una línea recta.
Al día siguiente fuimos en busca del London Eye otra vez y aunque al final sí lo encontramos, el viaje fue casi tan incidentado como este. Sólo diré que estábamos justo debajo y como no se nos ocurrió mirar hacia arriba nos fuimos...